Opinión| «Siempre más y mejor»

Los once jugadores, apiñados antes del partido. | Foto de Mateo Villalba/Quality Sport Images/Getty Images

Tiene por lema un antiguo y sabio entrenador mío esa consigna. Siempre más, siempre mejor. Antonio Macías, seleccionador en las categorías inferiores de la Federación Andaluza de Fútbol, ha recogido con esta máxima un pensamiento de inconformismo. Pensamiento que le dieron los años. Pensamiento que le permitió lograr durante cuatro años consecutivos el Campeonato de España con dos categorías distintas. Es el gen competitivo. Un gen sembrado en el Villamarín con la llegada de Manuel Pellegrini y que tiene al equipo asentado en la senda de la victoria. Es incuestionable. Más lo es aún la ristra de pruebas que lo aúpan como máximo responsable. En frente, el pueblo helipolitano. Ese que siempre, con una brisa de algidez y recelo, puede llegar a poner en duda cualquier cosa. Porque no cree. Lleva tantos varapalos que luego, los momentos de alegría le sobrepasa. Qué sé yo. Ojalá le sonría el futuro. Ojalá, Santo Tomás no tenga que volver a poner el dedo en la llaga de los clavos para ver la resurrección de Jesús. Ojalá, el pueblo helipolitano no tenga que volver a poner en duda la realidad de las victorias conseguidas por su equipo. Recen. Sueñen.

Siempre una mejora continua me dice. Aunque se gane y se juegue bien, siempre se mejora. Enlaza el Real Betis cinco encuentros sin conocer la derrota. Cuatro de ellos en forma de victoria. Lo hace desde el veintiocho de agosto, es decir, hace justo un mes. En todos mereció más. En todos fue mejorando. Se respira un ambiente de competitividad. «El partido de ayer se tira a la basura», dijo Claudio Bravo tras pulverizar al Getafe el domingo. «Tener entrenamiento voluntario y que vengan mis tres porteros a trabajar», dijo Toni Doblas el lunes. Hay hambre. Hambre de victorias. Hambre de Betis.

«Nos ponemos 1-2, nos remontan al 3-2. En la última jugada tiramos de garra y nos hacemos con el empate. En la prórroga, 3-5 y a campeonar». Me lo dice Macías, pero me lo puede firmar Pellegrini. El Real Betis no claudica. Lo demostró ante el Celtic, con el derroche de coraje y corazón que les permitió revolcar el marcador con dos goles en contra antes de la primera media hora de partido. Lo ha seguido manifestando con cada golpe de Espanyol, Granada y Osasuna al marcador. No se va a rendir. Existe un cambio de mentalidad que se lo impide. Hablando de cambios, qué jodido y maravilloso regustito te deja en la boca ‘El Ingeniero’ con los cambios. Antes, durante y después del partido. Es extraño. Todas las piezas del puzzle le encajan sin importar el lugar donde las coloque. Todas les funciona. El equipo quiere y, como quiere, puede.

Crecimiento. El punto y final. Qué paradoja. Crecer lleva implícito no tocar techo. Por el contrario, para mí es el último punto a favor de este Betis de Pellegrini. Todos quieren crecer. Todos quieren hacerlo en el Betis. Todos quieren hacer que el Betis crezca. Hablo de los gladiadores. También puedes llamarlos jugadores si quieres, pero sería injusto. Es una palabra vacía. No les representa. No solo juegan. No solo surfean el cronómetro hasta el final del partido. El equipo no deja esa sensación. Siempre quieren más. Siempre quieren hacerlo mejor. Es por eso que el pueblo helipolitano vibra con su equipo. Van al unísono. Qué sé yo. Ojalá les sonría el futuro.

Ivan Diaz

Estudiante de Periodismo en la Universidad de Sevilla. "El fútbol que se lee".

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