¿Quién es el argentino que se revuelve en el banquillo durante todos los partidos del Real Betis y siempre acompaña a Pellegrini?
«Yo solo le conocía por lo que contaban Gorosito y Acosta. Nos juntamos un rato antes de la presentación oficial, ahí me dijo: Yo trabajo de esta manera, conmigo tendrás toda la confianza del mundo mano a mano, soy el único responsable y te voy a evaluar tres meses. Si me conformás, te quedas; si no, buscaré a otro». Desde el 13 de febrero de 2001 «el flaco» Rubén Osvaldo Cousillas Fuse ya no volvería a separarse nunca del «ingeniero» Manuel Luis Pellegrini Ripamonti.
Según recoge el acta del pasado partido entre el Real Betis Balompié y la Real Sociedad de San Sebastián, el señor Rubén Cousillas, segundo entrenador del Real Betis, fue expulsado del terreno de juego en el minuto 89 por salir del banquillo con los brazos en alto gritando y protestando una de las decisiones del colegiado César Soto Grande. Al siguiente partido contra el Atlético Osasuna, unas imágenes de vídeo nos mostraron a un Rubén Cousillas nervioso en la grada del Benito Villamarín, besando la estampa de algún santo y yendo de un lado para otro dando instrucciones. Para muchos fue la primera vez que veían a la persona de forma individual, sin estar al lado de Manuel Pellegrini.
Comenzó a jugar al futbol en el Club Atlético Sarmiento de su localidad natal, Roque Pérez. En ese club Rubén Cousillas encontró a quien sería su hada madrina en el fútbol, Federico Rocha, que le llevó de pibe a probarse con San Lorenzo, le pasó dinero para que subsistiera en Buenos Aires mientras saltaba de pensión en pensión y le prestó su Chevrolet 400 para que saliera a divertirse, convirtiéndose en su segundo padre.
El 31 de agosto de 1980 el «flaco» Cousillas se convirtió en un cuervo para la afición de Boedo, debutando como portero titular ante Independiente de Avellaneda. En el ciclón, el flaco, disfrutó de las mieles del triunfo y la hiel de la suplencia tras la llegada de Chilavert. Un 7 de septiembre de 1986, San Lorenzo construyó una de las victorias más emotivas y festejadas que se recuerden en la doble visera de Avellaneda. Recuerdos de un partido marcado a fuego en los corazones azulgranas, ese día nacieron los Camboyanos, denominado así porque el club atravesaba una crisis económica que no permitía entrenarse en condiciones, no tenía cancha, no se cumplían los contratos, ni había agua caliente en las duchas, y a pesar de todo esto el equipo no se resentía en su funcionamiento futbolístico. Ese 7 de septiembre del 86, el flaco dejó su puesto en el banquillo como portero suplente para sustituir al entrenador Nito Veiga cansado de la falta de soluciones, se había despedido del plantel un día antes del partido al no tener respuesta de los directivos. San Lorenzo a pesar de las adversidades jugó como una verdadera final, ganando a Independiente por 1 a 0.
«El título del 2001 fue la alegría más grande que me dio el fútbol». Hay compromisos que se sellan con el alma, y eso fue lo que hizo el flaco con el ciclón y con quien sería su socio y amigo de por vida. Ligado a la historia azulgrana, cuando acabó su carrera profesional se quedó como la mano derecha de Manuel Pellegrini con quien comenzó a trabajar. Ese equipo consiguió el récord de puntos en torneos cortos logrando practicar un fútbol brillante. A mitad de la temporada el ciclón se enfrentó a River en el Nuevo Gasómetro perdiendo por 3-1, “la derrota con River fue un palo tremendo, pero Manuel habló con el plantel y les dijo que quedaban 11 fechas, podemos ir por la gloria, tenemos que ganar los 11 partidos, y desde ahí ganamos todo y llegamos al último partido con la ventaja a nuestro favor”.
El flaco es un hombre cálido, un buen tipo, de esos con los que puedes estar horas hablando de fútbol tomando mate. Durante muchos años llevó en su muñeca las cinco cintitas amarillas bendecidas por San Pascual, patrono de Villa Real, que son la síntesis perfecta de cada uno de los maravillosos cinco años que vivió con Manuel Pellegrini en el submarino, esos años lo llevaron al Real Madrid.
Después de su paso por el Manchester City, Hebei China Fortune y West Ham United, el flaco Cousillas ha aterrizado en Sevilla. El pibe de Roque Pérez que consiguió sus sueños defendiendo la portería del ciclón y que ha recorrido media Europa siendo la mano derecha de Manuel Pellegrini, llega a Heliópolis con la experiencia que dan los años y la ilusión del niño que jugaba en los potreros del barrio, queriendo ser el Mono Irusta, mítico arquero de San Lorenzo. No sé si ha tenido tiempo de ir a San Gil a ver a la señora, de tomarse un té en la Alameda o de disfrutar del atardecer paseando por la ribera del río, pero me gustaría que todo le fuera bien tanto a él como al Betis, para que pueda enamorarse de la ciudad y sellar un acuerdo con las trece barras de por vida.
Alberto Olivares.