Después del viaje de Almendralejo, llegaba el primer gran On Tour de la temporada sobre el que escribo: Praga. La infantería verdiblanca volvía a coger el pasaporte para inundar una nueva ciudad del viejo continente. En torno a 3 000 béticos fueron los desplazados a la República Checa, de los cuales tan solo 1 000 llevaban entradas en zona visitante. Llegaban nuevamente las escalas insufribles en aeropuertos de todas partes de Europa, transbordos a trenes o coches para llegar a la ciudad de las cien torres.
El mayor inconveniente del viaje no era otro que el frío. Hasta -7 ºC marcaron los termómetros en los días que los béticos íbamos a estar allí. Y claro, no solo frío. La nieve cubrió la ciudad, al igual que prácticamente todo centro Europa. Todo esto no fue nada más que un aliciente para que la afición volviera a desplazarse masivamente para defender las trece barras.
En el caso de mi grupo, nos tocó desplazarnos hasta el aeropuerto de Málaga para iniciar nuestro viaje. Desde allí, vuelo directo a Viena. En el vuelo ya se podía presagiar lo que iba a pasar en Praga. En torno a unos 30 o 40 éramos los béticos que habíamos cogido la opción de la escala en Viena volando desde Málaga. Después de aterrizar, teníamos que coger el tren que nos llevaba hasta Praga, en un trayecto de 4 horas de duración. 4 horas de cantar, beber y demostrar a los demás pasajeros del tren lo que son los béticos.
Ya amaneció el día del partido, y desde muy temprano la ciudad se inundó de verdiblanco. Por todos los monumentos históricos de la ciudad te ibas topando con otros béticos que aprovechaban para visitar los sitios más emblemáticos de Praga antes de iniciar la previa en la plaza del reloj. En torno a las 13:00 del medio día, la gente empezó a concentrarse en el que es el lugar más famoso de la ciudad. Cientos de béticos se fueron reuniendo en el punto de encuentro establecido. En el momento en el que el reloj marcó las 13:00 y terminó la actuación del reloj, los béticos iniciaron el primer cántico de la mañana, con el que se dio inicio a la previa, como si de un ritual preparado se tratase. Hasta las 16:30. Más de 4 horas fueron las que estuvimos en la plaza animándolo y dándolo todo por defender unos colores, un sentimiento. Representando con nosotros a todos esos béticos que no pudieron desplazarse hasta Praga.
El cortejo hasta el Epet Arena fue caótico. La organización por parte de la policía fue malísima. Hicieron a todos subir unas escaleras que se adentraban en un parque lleno de árboles donde la visibilidad era nula, sumado a los restos de agua y nieve que quedaban, hacían de las escaleras un peligro total para la seguridad de las personas. La llegada al estadio no iba a ser menos. Puertas de seguridad en las que prácticamente ningún trabajador sabía inglés ni español, por lo que la comunicación entre los aficionados y la seguridad era muy complicada. Para colmo, estaban sobrepasados ante la avalancha de gente. Hubieron algunos que lograron pasar el control de seguridad sin entrada, y la seguridad llegaba a expulsar a gente que tenía su entrada en regla en la puerta visitante. Un show esperpéntico que provocó que bastante gente entrara tarde al partido, o, directamente, se quedara sin entrar. Para colmo, la seguridad de las puertas de entrada de afición local tenían las órdenes de no permitir la entrada, no solo a gente con ropa del Betis, sino también a aficionados españoles. En mi caso, tuvimos que ocultar todos los escudos del Betis que llevaba puesto para poder entrar, y no fue hasta el minuto 10 en el que me permitieron el acceso.
En el partido, el equipo no estuvo a la altura de la afición, nuevamente, y acabamos perdiendo en lo que tenía que haber sido el partido que nos diera la clasificación matemática para los octavos de la Europa League. Los partidos del equipo en las salidas europeas están dejando muchísimo que desear, de ahí que haya cosechado dos derrotas ante el Rangers y ante el Sparta Praha. Esta temporada, solo los afortunados que fueron a Chipre tuvieron la suerte de ver al Real Betis vencer en el viejo continente.
Tras el partido, muchos béticos iniciaban una nueva odisea: la vuelta a Sevilla. La fuerte nevada que cayó el viernes provocó que muchos vuelos se retrasara, o incluso se cancelaran. Nosotros tuvimos la suerte de tan solo tener que sufrir 15 minutos de retraso, pero tuvimos que pasar la noche del viernes en el aeropuerto de Viena. Tras llegar a Málaga el sábado al medio día, puse punto y final al segundo On Tour europeo que hago esta temporada.
Y, después de Praga, Almería.